Nerja (abril’25) – Réquiem de Cherubini

El pasado 6 de abril vivimos una noche especial en la Iglesia de El Salvador de Nerja, dentro de los Conciertos de Cuaresma que cada año nos acercan a la grandeza de la música sacra. En esta ocasión, bajo la dirección de Juan Paulo Gómez, unimos fuerzas con la Coral Santa María de la Victoria y la Coral Alminares de Nerja (dirigidas por José Eugenio Vicente Téllez) para interpretar una de las obras más profundas del repertorio: el Réquiem en Do menor de Luigi Cherubini.

Luigi Cherubini (1760 – 1842), compositor florentino que desarrolló su carrera en la Francia revolucionaria, representa ese fascinante puente entre el equilibrio clásico y la expresión romántica. Aunque hoy su nombre no resuene con la misma frecuencia que otros grandes de su tiempo, su influencia fue reconocida por figuras como Beethoven, quien lo consideraba uno de los mejores compositores dramáticos de su época. El Requiem que nos ocupa, compuesto en 1816 para conmemorar el aniversario de la ejecución de Luis XVI, muestra precisamente esa capacidad única de Cherubini para conjugar la tradición contrapuntística con una intensidad emocional que anticipa el Romanticismo.

Lo que hace especialmente notable al Réquiem en Do Menor, es su renuncia consciente a los solistas, concentrando toda su fuerza expresiva en el diálogo entre coro y orquesta. Desde los primeros compases del Introitus, con su atmósfera de recogimiento, hasta el imponente Dies Irae que estremece por su dramatismo contenido, pasando por la serena resignación del Agnus Dei final, Cherubini construye un viaje musical de extraordinaria coherencia emocional. La partitura exige tanto técnica como sensibilidad, requiriendo de los intérpretes no solo precisión sino también una profunda comprensión de su espíritu.

Cherubini, con su magistral combinación de solemnidad y expresión, demostró una vez más su vigencia. En el marco perfecto de la Iglesia de El Salvador, cada pasaje musical encontró su espacio natural, desde los momentos más intensos hasta los más íntimos. La acústica del templo realzó el diálogo entre coros y orquesta, creando una experiencia sonora que seguramente quedará en la memoria de quienes estuvieron presentes.

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