El pasado 11 de abril, la Catedral de Málaga acogió la segunda interpretación de nuestros Conciertos de Cuaresma con el conmovedor Réquiem en Do menor de Luigi Cherubini. Si en Nerja la obra había mostrado su faceta más íntima, en este emblemático espacio adquirió una dimensión nueva y solemne. Bajo la dirección de Juan Paulo Gómez, la Joven Orquesta Provincial de Málaga volvió a unirse a las voces de la Coral Santa María de la Victoria y la Coral Alminares de Nerja, dirigidas por José Eugenio Vicente Téllez, en una interpretación que reveló nuevos matices de esta obra maestra.
Luigi Cherubini (1760 – 1842), ese puente fundamental entre el Clasicismo y el Romanticismo, demostró una vez más por qué su música sigue vigente. El compositor florentino, admirado por figuras como Beethoven, supo crear en este Réquiem una perfecta síntesis entre la tradición contrapuntística y la expresión emocional. Compuesta en 1816 para conmemorar el aniversario de Luis XVI, la obra mantiene ese equilibrio único entre solemnidad y profundidad humana que caracteriza al mejor Cherubini.
Lo extraordinario del Réquiem en Do Menor, es cómo se transforma según el espacio que lo acoge. En la Catedral, la obra mostró su carácter más monumental, donde los imponentes pasajes del Dies Irae adquirieron una fuerza especial, mientras que las secciones más contemplativas, como el Agnus Dei, resonaron con una serenidad que invitaba al recogimiento. La particularidad de esta versión sin solistas permitió que el diálogo entre coro y orquesta se desarrollara con una claridad que destacó la riqueza de las texturas musicales.
Fue especialmente significativo comprobar cómo la misma obra podía ofrecer experiencias tan distintas según el marco arquitectónico. Donde en Nerja había predominado la intimidad, en la Catedral emergió la grandiosidad de la composición. Esta dualidad demostró la versatilidad de la partitura y el talento de Cherubini para crear música que se adapta y conversa con los espacios que la acogen.
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